Vida y obra de Nicolás Maquiavelo
Nicolás Maquiavelo nació en Florencia en 1469, tuvo una educación humanística cuando la ciudad de Lorenzo de Medici estaba en el apogeo del poder y el prestigio cultural.
Después de la quema de Savonarola (1498), Maquiavelo comenzó su actividad política en la República de Florencia como secretario de la Diez de la Guerra, órgano de gobierno de la ciudad. También llevó a cabo diversas tareas diplomáticas.
En 1503 fue enviado a Roma para seguir el cónclave y en 1504 volvió a la Francia de Luis XII.
Mientras tanto creció su peso político: Durante los años 1505 y 1509 consiguió el trabajo para preparar a la milicia de la República. A la vez Maquiavelo pasó un tiempo importante dedicado a la actividad diplomática en las campañas militares de Papa Julio II.
En 1507-1508 participó en una misión para el emperador Maximiliano, y en su retorno elaboró le cose della Magna Magna Informe (1508), más tarde lo reelaborado en el denominado Ritratto delle cose della Magna (1512).
En 1510 hizo un tercer viaje a Francia y publicó su Retrato de las cosas de Francia (1510), una penetrante investigación sobre las características políticas de ese Estado.
En 1512 Maquiavelo fue despedido de todos los cargos y condenado a un año de reclusión; sospechoso de haber participado en una conspiración anticatólica. Fue encarcelado, torturado y sentenciado a un nuevo confinamiento.
Tras su amnistía tras la elección del Papa Medici Leona X, se retiró a la granja Albergaccio, cerca de San Casciano, en Val di Pesa. En este aislamiento, mencionado en la famosa carta de 1513 al historiógrafo y político F. Vettori, escribió sus obras maestras, en primer lugar, el tratado il Principe (1513-15), luego la exigente reflexión histórico-política de Los Discursos sobre la primera década de Tito Livio.
La obra literaria de Nicolas Maquiavel
- Discurso sobre la corte de Pisa, 1499
- Del modo di trattare i popoli della Valdichiana ribellati, 1502
- Del modo tenuto dal duca Valentino nell’ ammazzare Vitellozzo Vitelli, Oliverotto da Fermo, etc., 1502
- Discorso sopra la provisione del danaro, 1502
- Decennale primo (poema), 1506
- Retrato de la corte de Alemania, 1508-1512
- Decennale secondo, 1509
- Retrato de la corte de Francia, 1510
- Discursos sobre la primera década de Tito Livio, 3 volúmenes, 1512-1517
- El príncipe, 1513
- Andria, comedia, 1517
- La mandrágora, comedia en prosa de cinco actos, con prólogo en verso, 1518
- Della lingua (diálogo), 1514
- Clizia, comedia en prosa, 1525
- Belfagor arcidiavolo (novela), 1515
- Asino d’oro (poema), 1517
- Del arte de la guerra, 1519-1520
- Discorso sopra il riformare lo stato di Firenze, 1520
- Sumario de la corte de la ciudad de Lucca, 1520
- La Vida de Castruccio Castracani, 1520
- Historia de Florencia, 8 libros, 1520-1525
- Historias florentinas (1521-1525)
«El Príncipe»
A través del Príncipe, enseñaba a los pueblos a levantarse contra los tiranos.

Audiolibro – El Principe – de Nicolas Maquiavelo (Parte 1) en castellano/español y voz humana
Audiolibro – El Principe – de Nicolas Maquiavelo (Parte 2) en castellano/español y voz humana
El Adjetivo ‘Maquiavelico’
En el ambiente jesuita, la expresión que se convirtió en proverbial «el fin justifica los medios» fue elaborada como una síntesis de todo el pensamiento maquiavélico, aunque nunca aparece textualmente en sus escritos. Se le atribuye como conclusión a la idea dada por el escritor en sus narraciones en su obre El Principe.
CURIOSIDAD: Existen historiadores que atribuyen la frase al teólogo de origen alemán Hermmann Busenbaum, que aparece en su libro “Medulla theologiae moralis”, bajo la frase “Cum finis est licitus, etiam media sunt licita”, que es “Cuando el fin es lícito, también lo son los medios”.
El adjetivo «maquiavélico» se convirtió en sinónimo, en toda Europa, de astuto, sin escrúpulos y se conservó este significado hasta la atualidad
Según la RAE (Real Academial de la Lengua), ser maquiavélico es ser un seguidor de los principios de Maquiavelo, o bien «astuto y engañoso».
Según Maquiavelo, se debía separar la política de lo moral y de lo religioso, siendo realmente lo importante el alcanzar el fin propuesto sin importar los medios. Es decir, los políticos deben trabajar en función de lograr sus objetivos sin detenerse o dar mayor importancia a lo que se considere moral y religiosamente correcto.