Chistes con moraleja.

El humor siempre ha de ocupar un lugar especial cada día de nuestras vidas. ¿Qué sería del mundo sin risas?

En este artículo de Elocuencia.org os dejaremos algunos chistes con moraleja para alegrar a la vez que aportar un toque reflexivo.

 

Algunos chistes con moraleja.

Un amigo le dice a otro:
—Paco, veo que siempre estás estudiando y nunca sales de casa. ¿De dónde sacas la motivación necesaria para conseguirlo?

—De mi padre. En concreto, de la correa de sus pantalones.

La motivación viene de afuera. La inspiración viene de adentro.

 

Un niño le pregunta a otro:
—Paquito, ¿tus padres te dejan ver los dibujitos de la tele?

—No, dicen que muestran demasiada violencia —responde el pequeño—. Sólo me dejan ver el telediario.

Ser conscientes de nuestros comportamientos contradictorios nos hará ser cada vez más conscientes.

 

Dos mujeres charlando:
—Margarita, ¿qué recuerdos de tu vida atesoras con más cariño?

—Un paseo por la playa, una amena conversación con un chico, un baño relajante, un beso apasionado, una suave caricia…

—Vaya, veo que has tenido muchísimas experiencias.

—Que va, todas ocurrieron la misma noche.

La vida, como tantas otras cosas, no es una cuestión de cantidad, sino de calidad.

 

Una pequeña charlando con una amiga bastante envidiosa:
—Mi casa es muy grande.

—La mía más —responde la envidiosa.

—Mi coche es muy rápido.

—El mío más —vuelve a contestar.

—Mi culo es muy gordo.

—El mío… ¿?

¿Queremos ser más que los demás porque nos consideramos menos que ellos?

 

Un pequeño le pregunta a su padre:
—Papá, ¿de qué va eso del “Tao”?

—Del equilibrio entre el yin (el principio femenino) y el yan (el principio masculino).

—¿Y qué pasa, por ejemplo, si el yin se descontrola?

—Pues lo que pasa cada vez que no hacemos lo que tu madre quiere.

No es difícil mantener el equilibrio si nos mantenemos alejados de los extremos.

 

Dos jóvenes charlando:
—Jaime, estoy deseando terminar esta jodida carrera.

—¿Y por qué tienes tanta prisa?

—Para poder quejarme del maldito curro que me den después.

El cielo y el infierno existen… pero están en la Tierra. Son nuestra actitud de gratitud o resentimiento hacia la vida.

 

Dos hermanos viendo el telediario:
—¡A ese político habría que matarlo a pedradas! —comenta uno de ellos.

—Se dice “lapidar” —responde el empollón.

—¡Y a ti habría que agujerearte el cerebro, sabiondo!

—Se dice “trepanar”.

La ignorancia suele degenerar en violencia a causa del miedo.

 

Un crío se acerca corriendo a su madre:
—Mami, hoy he aprendido en el cole que la esposa del faraón Amenofis IV fue la reina Nefertiti.

—Me alegro, hijo. ¿Y qué harás ahora con ese dato?

—Lo mismo que con los anteriores: olvidarlo dentro de un par de días.

Para ser sabio no necesitas adquirir muchos conocimientos. Sólo necesitas dejarte guiar por la parte de ti que ya lo sabe todo.

 

Un chico le comenta a otro:
—Mi vida está llena de altibajos: hoy estoy eufórico y mañana, deprimido; hoy me siento invencible y mañana, un fracasado.

—¡Qué suerte tienes! Yo siempre me siento deprimido y fracasado.

No estás tan mal como crees. Te apuesto lo que quieras a que hay alguien mucho peor que tú.

 

Una muchacha le hace una consulta a una amiga:

—Irene, ¿tú qué es lo primero que haces cuando tienes un problema?

—Pues lo que hace todo el mundo: buscar un culpable.

Buscar culpables no acabará con los problemas. Buscar soluciones, sí.

 

Dos amigos hablando:
—Carlos, ¿por qué crees que me atraen las chicas mucho más jóvenes que yo?

—Quizá porque estás intentando completar algo que dejaste incompleto en tu juventud.

—Pues como no sea la carrera de Derecho.

A veces nos sentimos como un puzle al que le falta una pieza.

 

Dos mujeres hablando:
—Susana, ¿qué es lo que más te revienta que haga la gente?

—No puedo soportar que cotilleen a espaldas de otras personas.

—Igual que yo. Es lo mismo que le estaba contando ayer a la creída de Maripili. Por cierto, qué desmejorada está desde que su marido se lió con su secretaria, ¿verdad?

Sólo nos incomoda de los demás lo que no hemos acabado de aceptar en nosotros.

 

Una chica le comenta a su amiga:
—Anabel, hace ya 3 años que no sales con nadie. ¿Cuál es el problema?

—No hay ningún problema. Es sólo que todavía no ha aparecido ningún chico que cumpla mis expectativas.

—¿Y cuáles son?

—No pido mucho: sólo que me quiera tanto como a su equipo de fútbol.

No le pidas la luna a nadie, porque eso es algo que tú mismo puedes conseguir: sólo necesitas tocar su reflejo sobre un estanque en una noche estrellada.

 

Una chica le comenta a una amiga:
—Marisol, he notado que cuando trabajo, me siento mejor de ánimo, y cuando estoy en paro, me siento peor.

—Sí, es que el trabajo te hace sentir valiosa y útil, ¿verdad?

—No. Es que cuando trabajo, llego tan cansada a casa que ya no me quedan fuerzas para comerme el coco.

La ociosidad es mala consejera. Siempre nos aconsejará darle demasiadas vueltas a las cosas.

 

 

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