La comida rápida en EEUU
Es, a todas luces, una de las principales potencias económicas del mundo entero, y también es el icono que mayor representa el auge del fast-food. En Estados Unidos, los restaurantes de comida rápida son la elección habitual de la población. Cadenas como McDonald’s, Burger King, KFC o incluso Wendy’s suelen ser el destino preferido de los estadounidenses a la hora de comer, sobre todo por sus precios.
Las cifras que mueven estos grandes gigantes en el país de las barras y estrellas podrían marear a cualquiera. Algo totalmente lógico si vemos las tendencias de consumo en alimentación del país.Y es que, mientras en España acudir a la comida rápida es algo ocasional, ese capricho que te das cuando contactas con el The Good Burger en Just-Eat para pedir una hamburguesa; en territorio americano esto se ha convertido en una rutina casi diaria.
Comida rápida y alimentación: la realidad de Estados Unidos
Para entender mejor la situación de estos alimentos en el país estadounidense, tan solo tenemos que acogernos a los datos recogidos en 2018. Según estudios de especialistas, en un día cualquiera en Estados Unidos, cerca de 85 millones de personas adultas consumen comida rápida. Para dar una mejor idea, podemos afirmar que esta cifra se traduce en un cuarto de la población norteamericana.
Esta situación, por supuesto, tiene su consecuencia directa en los restaurantes de comida rápida del país. El crecimiento de estos no ha hecho más que acentuarse en la última década en este territorio. Es más, en base a estas estadísticas, durante 2017 se generaron hasta 290.000 millones de dólares a través del gasto de los consumidores en comidas de este tipo de establecimientos. Las cadenas, así, han conseguido ampliarse todavía más en un país en el que están altamente solicitadas.
Las firmas, además, están explorando nuevas propuestas para reforzar su presencia como la selección favorita de los consumidores americanos. Como prueba de ello está su acercamiento a los desayunos. Tan solo hay que ver cómo Wendy’s ha declarado la «guerra abierta» a McDonald’s en el país para tratar de conquistar esta franja de comidas que abarca las mañanas. Su inversión millonaria en hamburguesas, huevo, bacon, pan, café y refrescos para satisfacer a quienes madruguen prevé convertirse en un enorme retorno en beneficios. Y es que, si algo gusta en EEUU, es acercarse a uno de estos establecimientos para saciar el hambre, como ya hemos podido ver.
Internet, el gran motor de la comida rápida
A pesar de todo, es imposible negar que la presencia de internet y sus propuestas haya sido uno de los motivos por los que este campo ha crecido tanto, como también por lo que los consumidores estadounidenses apuesten cada vez más por pedir comida rápida para almuerzos, para cenas, y ahora también para desayunos. Existen numerosas plataformas online construidas única y exclusivamente para facilitar esto, y su presencia se ha notado en los resultados.
Los consumidores, también comensales, ahora tienen en sus teléfonos móviles la posibilidad de pedir el menú de comida que deseen para recibirla al momento. Todo a través de aplicaciones sencillas, fáciles de manejar y con opciones cada vez más amplias y variadas. Entras en el programa, escoges en función de lo que te apetece, solicitas tu comida, pagas a través de internet y esperas a que el repartidor traiga tu pedido. Esa comodidad es imposible de pasar por alto, y ha servido para que cada vez se pida más comida rápida.
Tan solo hay que ver el caso de McDonald’s. La cadena de fast food por excelencia en Estados Unidos lleva años en una continua carrera de crecimiento, hasta el punto de que en 2018 alcanzó unos beneficios totales de cerca de 6.000 millones de dólares. Un crecimiento de cerca del 15% con respecto al año anterior que deja claro no solo que el negocio va bien, sino también que cada vez hay más bocas que se llenan con sus propuestas gastronómicas. Aunque, esta vez sí, ya tenemos que hablar del panorama global en lugar del estadounidense.
¿Quiénes comen más comida rápida en Estados Unidos?
Pero volviendo al suelo americano, viendo las mareantes cifras de alimentación que se manejan y, sobre todo, cómo esto está afectando al sector, cabe la duda de saber cuál es la fracción de población que más recurre a la comida basura en el país. Aquí, los informes más recientes resultan realmente esclarecedores, ya que es la franja de entre 20 y 39 años de edad la que más suele recurrir a esta comida, aunque sea en días concretos a lo largo de la semana.
Casi un 45% de la población de esta edad es la que apuesta por menús rápidos, aunque también es influyente la capacidad adquisitiva de la población. Ciñéndonos a este factor, aproximadamente el 36% de los adultos con un nivel de ingresos medios consume fast food al menos una o dos veces por semana. Si elevamos el listón a los ingresos elevados, el porcentaje subre al 42%. ¿Y si lo bajamos? Desciende casi al 32%.
A tenor de todos estos datos, quienes tienen más ingresos en Norteamérica son los más propensos a comer fastfood. Y es que la rapidez al servir y los sabores conocidos ayudan. Aunque estos alimentos cuentan con un índice calórico más elevado de lo habitual y una composición que no los posiciona como la comida ideal, siguen siendo los favoritos en el país, sobre todo para los que más dinero tienen. Curioso, dado que suelen ser la propuesta más económica.
El modelo de alimentación estadounidense tiene entre sus pilares principales a la comida rápida. De hecho, y sin ir más lejos, hace poco Donald Trump aprobaba el retorno de patatas fritas, pizzas y similares a los comedores escolares. Desde la mismísima Casa Blanca se fomenta el consumo de este tipo de comida, dejando claro que no hay otra nación como esta para el amante de estos alimentos. Ya hemos visto cuánto se consume comida rápida aquí, y la previsión es que el consumo aumentará todavía más.
